Un 16% de la población en España se siente sola - Ahora
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 - El bienestar emocional en España se ve afectado por factores críticos como el aislamiento social, la violencia y las condiciones socioeconómicas desfavorables, con la salud mental como elemento transversal. La soledad no deseada, que afecta al 16% de la población, también marca la vida de muchas personas. Así lo refleja el informe Bienestar Emocional y Vulnerabilidad de la Fundación Cruz Roja Española.
Según este estudio, tres de cada diez personas (30%) en España afirman tener un “bienestar emocional negativo”. La cifra no es menor: detrás de cada porcentaje hay historias que hablan de cansancio, incertidumbre o de sentirse fuera de lugar.
Para la presidenta de la Fundación Cruz Roja Española y de Cruz Roja Española, María del Mar Pageo Giménez, “el bienestar emocional es uno de los grandes retos de nuestro tiempo y un indicador clave del progreso de una sociedad. Hoy ese bienestar se ve condicionado por factores como la soledad no deseada, las brechas tecnológicas o la situación de precariedad. El bienestar no es un asunto individual, sino que se trata de una cuestión profundamente social que requiere de miradas integrales y un compromiso compartido por toda la sociedad”
El informe señala que la salud mental es un factor transversal que atraviesa todos los demás. En España, el 34% de la población experimenta algún problema de salud mental, principalmente ansiedad, trastornos del sueño o depresión. Entre los menores de 50 años, esta realidad es aún más marcada.
Las listas de espera en atención psicológica y psiquiátrica, señala el estudio, derivan a menudo en lo que se denomina “medicalización de la pobreza”: recurrir a fármacos para aliviar el malestar cuando los recursos estructurales fallan. A esto se suma la transmisión intergeneracional de la pobreza, que perpetúa desigualdades y condiciona el bienestar de las siguientes generaciones.
Además, el informe muestra cómo el malestar no afecta por igual. Las mujeres jóvenes duplican la probabilidad de padecer ansiedad, mientras que las personas migrantes enfrentan con mayor frecuencia el aislamiento o la discriminación. Incluso el empleo, que debería ser una vía de estabilidad, se convierte en fuente de estrés cuando hay temporalidad, salarios bajos o falta de conciliación.
En España, el 16% de la población se siente sola o poco acompañada, y un 17% declara estar “poco o nada integrado” en su comunidad. La soledad no deseada, advierte la Fundación Cruz Roja Española, es uno de los grandes condicionantes del bienestar emocional. Esta enfermedad silenciosa afecta especialmente a personas entre 36 y 65 años que viven solas, a hogares monoparentales y a personas jóvenes que comparten piso.
En muchos casos, se agrava con problemas de salud mental, creando un círculo difícil de romper. Las rupturas de pareja, la pérdida de un ser querido o el desempleo también son detonantes habituales, a los que se suman el estigma y la vergüenza de pedir ayuda.
Y frente a esta problemática, las redes comunitarias y el acompañamiento profesional se convierten en elementos clave para revertir esta tendencia. Pequeñas iniciativas locales como por ejemplo, huertos urbanos, radios vecinales o espacios de encuentro están demostrando que es posible reducir significativamente el sentimiento de soledad. A veces, verse reflejado en la experiencia de otra persona basta para empezar a sentirse más acompañada.
Nuevas vulnerabilidades emergentes
El informe también pone el foco en las personas migrantes, que a menudo se enfrentan a una cadena de dificultades: la falta de vivienda estable, los empleos precarios, la imposibilidad de trabajar por situación irregular, las trabas administrativas o la barrera del idioma. A esto se suman los discursos de odio y las narrativas extremistas que, según el estudio, desplazan la atención de los problemas estructurales hacia quienes más los padecen.
Entre las personas jóvenes, el estudio identifica un fenómeno particular: la “soledad no percibida”. En un entorno hiperconectado, la apariencia de conexión digital puede ocultar un profundo aislamiento. Son, sin embargo, quienes con más naturalidad piden ayuda y muestran mayor conciencia sobre su salud emocional.
Este completo informe concluye con una serie de propuestas para revertir esta situación: incorporar la “alfabetización emocional” en todas las etapas de la vida, reforzar la atención a la salud mental en el sistema público, y promover el deporte, la cultura o el voluntariado como “recetas sociales”. Además de apostar por políticas de protección económica como intervenciones de salud pública, mejorar el acceso universal a la sanidad y combatir los discursos de odio y la aporofobia.
Este informe de Bienestar Emocional y Vulnerabilidad de la Fundación Cruz Roja Española combina una encuesta a 1.000 personas con sesiones cualitativas junto a personas expertas y participantes de programas de Cruz Roja. Esta diferenciación de perfiles y testimonios permite contrastar datos y enfoques aportando una mirada más estructural y humana del bienestar emocional latente en el territorio.
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