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Ousman Umar: “Un ordenador es más grande que una biblioteca”
LA MIRADA DE
Ousman Umar
“Un ordenador es más grande que una biblioteca”
Ousman Umar
24/10/2025
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente

Humanidad

Imparcialidad

Universalidad

24/10/2025
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente

Humanidad

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Universalidad

Fundador de NASCO Feeding Minds

Cuando Ousman Umar llegó a España tras una tortuosa travesía de cinco años desde Ghana que le hizo atravesar más de ocho países a pie, tomó una decisión: que nadie tuviera que pasar por lo que él había vivido. Así nació NASCO Feeding Minds, una ONG que persigue “alimentar mentes” en lugar de estómagos, ofreciendo a la juventud africana acceso a la educación digital como herramienta de transformación social y prevención de la migración forzada. Este año, NASCO Feeding Minds ha recibido una de las prestigiosas Medallas de Oro 2025 de Cruz Roja, y hablamos con Ousman Umar para conocer todo lo que hay detrás de este emocionante proyecto.  

Tu historia personal es un ejemplo de superación y resiliencia, ¿qué te impulsó a fundar NASCO Feeding Minds? 

Desde mi nacimiento, me he sentido el hombre más afortunado del mundo. Mi madre falleció durante el parto y, según las costumbres de la tribu donde nací, deberían haberme sacrificado por considerarme responsable de su muerte. Tuve la suerte de que mi padre, que era chamán, pudo protegerme. Fue la primera vez que me enfrenté a la muerte, pero no la última. 

La curiosidad y las circunstancias me llevaron a atravesar más de ocho países a pie a lo largo de cinco años. Más del 97% de mis compañeros no sobrevivieron, falleciendo en el desierto, en cárceles o en el mar. Yo tuve la fortuna de superar todas esas dificultades. 

Al llegar aquí, encontré a una persona que me acogió. No era mi madre, pero lo siento así. Después de pasar casi un mes en la calle, cuando dormí en su casa por primera vez y me dio un beso de buenas noches y apagó la luz… lloré como nunca antes. Me pregunté: “¿por qué yo? ¿por qué tanto sufrimiento, por qué tantas muertes de amigos?” Y llegué a una conclusión: la pregunta correcta no era “por qué”, sino “para qué”. 

No estoy aquí por ser más fuerte; estoy aquí para cumplir un propósito: dar voz a quienes no llegaron con vida y trabajar para que otros no sufran lo que yo sufrí. Todo eso me llevó a fundar NASCO Feeding Minds. 

NASCO Feeding Minds busca alimentar mentes en lugar de estómagos, ¿por qué es tan importante para ti esta visión o, dicho de otra forma, qué lugar ocupa la educación en el proyecto?  

La educación es lo más importante. Yo prefiero llamarlo “alimentar mentes”. El objetivo de NASCO Feeding Minds es cambiar la manera en que se entiende la ayuda humanitaria. Durante muchos años se han enviado toneladas de arroz, ropa y otros materiales a Ghana y a África en general. Como demostró la profesora de Economía Dambisa Moyo en su libro Ayuda que mata —muy polémico en su momento—, se han destinado 2,7 trillones de dólares a África, pero hoy el continente sigue siendo igual de pobre que hace 50 años, porque esos recursos solo han servido para alimentar estómagos. 

Hay que cambiar de estrategia. Si me das de comer un día, mañana volveré a tener hambre; si me enseñas y alimentas mi mente, seré capaz de buscarme la comida por mí mismo cuando la necesite. Eso fue lo que me sacó de la calle. Cuando llegué aquí, comprendí que la falta de información y de oportunidades me había llevado a caer en manos de traficantes y a vivir un viaje tan terrible y tortuoso. 

Si podemos aportar algo, es enfocarnos en alimentar mentes, lo que en conjunto llamamos “educación”. 

¿Cómo crees que la educación digital puede cambiar el futuro de la juventud en África? 

África se quedó atrás durante la industrialización clásica y, si no hacemos nada, corre el riesgo de quedarse atrás también en la era digital.  

Por ejemplo, una fábrica de coches no instalaría una sede en Ghana por varios motivos: la falta de confianza en la estabilidad política (aunque el país es más estable que algunos de Europa); la ausencia de infraestructuras para exportar; la carencia de mano de obra cualificada; y la inexistencia de un mercado local capaz de adquirir los productos. Estas cuatro barreras hacen que invertir allí no sea atractivo para las empresas tradicionales. 

Sin embargo, en el ámbito digital la situación es diferente. Si alguien tiene habilidades tecnológicas, solo necesita buena conexión y acceso a la nube. Desde allí puede conectar con el mundo y vender en cualquier lugar. Creo que esto representa una oportunidad inmensa para el desarrollo de África, y no podemos quedarnos atrás. Por eso la apuesta por la educación digital: un ordenador es más grande que una biblioteca, y a través de él puedes aprender lo que quieras. 

Vi un enorme potencial en el sector tecnológico y digital, y por eso comencé a crear escuelas digitales en zonas necesitadas, para que los jóvenes tengan acceso a estas herramientas y no se queden atrás en la era digital. Este acceso les permite desarrollarse y crecer sin necesidad de grandes inversiones. 

¿Cuál ha sido el momento más emocionante o gratificante desde que fundaste NASCO Feeding Minds? 

Hay muchos momentos emocionantes. Cada día, cuando me levanto, me cuesta creer que todo esto sea posible. Recuerdo mi primer sueldo arreglando bicicletas; apenas llegaba a los mil euros. Con los primeros ahorros que conseguí, ya intentaba convencer a mis amigos de lo importante que era montar una escuela digital, para que los niños tuvieran acceso a la educación y a la información, y así pudieran acceder a oportunidades. Que no vivieran lo que yo viví: estar en manos de traficantes y torturadores durante casi cinco años. 

Mucha gente me decía que esto era “imposible”, que sería más fácil que lo hiciera un gobierno. Pero yo creo que cada uno de nosotros puede asumir la responsabilidad de cambiar su entorno; culpar a los demás no sirve de nada, y así no se avanza. No hace falta cambiar el mundo entero, solo nuestro mundo. 

Por eso pedí un préstamo a mis amigos y monté la primera escuela. Ver hoy cuántos colegios tenemos y cuántos niños acuden a ellos es, sin duda, increíblemente gratificante y emocionante. 

¿A cuántos niños y niñas ayudáis en estos momentos? 

Tenemos recursos muy limitados, pero poco a poco nos vamos dando a conocer. Hemos instalado 17 aulas informáticas en todo el país, y cada una da acceso a tres o cuatro colegios. Más de 50 escuelas utilizan o han utilizado alguna de estas aulas. Solo en este año, más de 6.000 alumnos han pasado por nuestros distintos centros. Algunos de estos espacios los estamos reformando porque son muy antiguos, pero seguimos trabajando para ofrecerles las mejores oportunidades. 

Siendo una persona migrante que ha vivido un viaje verdaderamente duro para llegar hasta aquí, ¿qué crees que no estamos entendiendo en Europa sobre las migraciones? 

Cuando las cosas van bien, todos nos mostramos como buena gente, pero cuando comienzan a ir mal… ahí se descubre realmente la falta de humanidad. A veces cuesta creerlo. Me parece que en Europa no siempre se comprende, o no se es consciente, de esa falta de humanidad. Se olvida que, por ejemplo, los españoles también fueron inmigrantes; muchos fueron a Francia a recoger fruta o a Alemania en busca de trabajo. 

Es esa falta de humanidad la que lleva a pensar que nunca fuimos inmigrantes. Se asume que las personas africanas que llegan vienen a robar o a amenazar nuestro bienestar. Pero insisto: nosotros también fuimos inmigrantes. Y nos aceptaron, nos integramos y contribuimos al crecimiento de esos países. Claro que nadie es perfecto, y siempre puede haber personas malas, pero en general, la gran mayoría viene a trabajar, no a hacer daño. 

Sin embargo, cuando sale alguna noticia de un delito cometido por un migrante, se generaliza y todos son puestos en el mismo saco. Eso es un error. 

¿Qué tipo de problemas tiene Ghana o África ahora mismo que impulsan a la gente a dejar su hogar y buscar una vida mejor? 

Los datos indican que para 2050 la mayor parte de la juventud se concentrará en África. Es un continente con muchísima gente joven, mano de obra disponible y con potencial para contribuir al crecimiento de sus países. El problema principal es la falta de oportunidades. No critico a nadie; cada quien hace lo que puede, y quien hace lo que puede no está obligado a más. Pero considero que mejorar la educación es clave para cambiar esta situación. 

La educación es la base de todo. Además de invertir en ella, también sería necesario atraer inversores que creen industria local. Por ejemplo, Ghana es el segundo mayor productor de cacao del mundo, pero yo probé el chocolate por primera vez en Barcelona. Lo mismo ocurre con otros productos locales y con la agricultura. 

Si hubiera más empleo, los jóvenes no sentirían la necesidad de marcharse. Por eso me enfoco en la educación digital: para ofrecerles formación que les permita acceder a trabajos, incluso teletrabajando como programadores desde su país, sin tener que emigrar. En definitiva, se trata de invertir en capital humano. 

Mirando al futuro, ¿cuál es tu mayor sueño para la juventud africana y qué papel quieres seguir teniendo en su camino? 

Mi mayor sueño es poder demostrarles que cada uno de nosotros puede cambiar su pequeña parcela del mundo. Que comprendan la importancia de la formación y la información, y que aprovechen al máximo la educación para desarrollarse como personas y como ciudadanos. Que puedan emprender y crear empresas que generen bienestar y prosperidad. 

Creo que cada persona debe hacer algo para contribuir. Es muy fácil preguntarse qué ha hecho tu país por ti, pero muchas veces olvidamos preguntarnos qué hemos hecho nosotros por nuestro país. Si cada uno pensara un poco en cómo contribuir, generando empleos y mostrando predisposición, no lo conseguiríamos todo de inmediato, pero quizá facilitaríamos que los inversores externos comprendieran nuestro potencial. Esto podría ayudar a crear industria local, generar trabajo para nuestros hermanos y hermanas, fomentar la prosperidad y reducir las muertes y sufrimientos que ocurren durante los procesos migratorios. 

¿Qué significa haber recibido la Medalla de Oro de Cruz Roja Española?  

Cuando recibí la noticia, no podía creer que fuera real. Después de tanta lucha y tanto trabajo… soy una persona que, a los 17 años, estaba viviendo en la calle y prácticamente no había tenido acceso a la educación. 

Decidí dedicarme a ayudar a los demás para que no tuvieran que pasar por lo que yo pasé. Que un propósito tan personal como este sea reconocido con la Medalla de Oro de Cruz Roja es algo realmente emocionante, y estoy profundamente agradecido. 

Al principio, quería que todo el equipo, incluidas las personas voluntarias, pudiera ir a recoger la medalla conmigo, pero me di cuenta de que era imposible. De hecho, justo la semana de entrega de Medallas estaba cursando la última parte de un máster intensivo que he estado haciendo durante dos años y tuve que pedir un permiso para ausentarme. Aun así, pude asistir, y me siento muy afortunado. 

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