Cuidar también cansa - Ahora
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- Agustina tiene 78 años y, para ella, cuidar, de una manera u otra, siempre ha formado parte de su vida. Desde atender a sus padres, pasando por su etapa de voluntaria, hasta ahora acompañar a Leandro, su marido. Pero hay una cuestión que solemos pasar por alto y que va calando día a día en las personas cuidadoras, y es que para poder cuidar, primero hay que cuidarse.
Según datos del INE, más del 16% de los hogares españoles vive con alguna persona dependiente. El problema es que las personas cuidadoras no profesionales y la labor que realizan, queda invisibilizada al realizarse fundamentalmente en el ámbito del domicilio privado y se trata de una actividad no remunerada. Esto hace que el foco no se ponga en ellos y ellas, generalmente ellas, y el desgaste físico y emocional les acabe calando. “Yo estuve como voluntaria 24 años en teleasistencia, atendía a personas mayores, charlaba con ellas, les hacíamos visitas, paseábamos y les dábamos conversación. Siendo voluntaria creé unos vínculos muy fuertes con las personas a las que acompañaba y con sus familiares. Pero desde hace 6 años me lo dejé para cuidar a mi marido con Parkinson”, explica Agustina.

La semana del 5 de noviembre se celebra el Día de las Personas Cuidadoras, momento crucial para poner en valor el día a día de personas anónimas que, como Agustina, desde sus hogares sacan adelante a un familiar dependiente sea cual sea la enfermedad o circunstancia. “Esto es el pan de cada día”, cuenta con humor Agustina al teléfono mientras se escucha de fondo a su marido. “Igual llegas de la compra, no has dejado ni las bolsas y ya tienes que estar por y para él. Y no es culpa suya, él necesita esa ayuda, pero el desgaste es muy grande. Yo estoy destrozada física y mentalmente”, se sincera.
Ofrecer espacios de desahogo o de respiro a las personas cuidadoras es fundamental para que puedan cuidar sin descuidarse a ellos y a ellas mismas. Para Agustina es muy difícil desconectar porque “la intranquilidad es constante”, pero aún así su fortaleza y su vitalidad le animan a salir aunque sea por un momento. “Yo siempre he sido muy activa e intento que esta situación no me frene, aunque muchas veces es imposible porque la dependencia es la que es”, relata. Después de su papel como voluntaria de Cruz Roja en Toledo, Agustina ha vuelto a la Organización en calidad de usuaria y cuando puede acude a la sede donde recibe diferentes actividades como por ejemplo, clases de yoga, memoria o gimnasia.
Para apoyar a las personas cuidadoras no profesionales de personas mayores o dependientes, la Organización cuenta con los proyectos Multicanal “Ser CuidadorA” y “Atención a Personas Cuidadoras”. Ambos tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de estas personas a través de la provisión de información, formación y apoyo práctico.

Y además, como es el caso de Agustina, Cruz Roja también fomenta el bienestar emocional de las personas cuidadoras mediante grupos de apoyo, actividades de ocio y un servicio de respiro que les permite disponer de tiempo para sí mismas. “Me llevo a mi marido conmigo, pero la verdad que esos ratitos me van muy bien, no pienso en nada y procuro desconectar. Si estoy disponible para todo el mundo como no lo voy a estar para Cruz Roja”, se despide Agustina agradecida por el trato.
En el último año Cruz Roja atendió presencialmente a 4.954 personas cuidadoras a través de las oficinas territoriales y la web del Multicanal tuvo 22.197 visitantes y 38.888 seguidores en sus redes sociales.
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