Donde los libros son refugio y compañía - Ahora
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- Las páginas de un libro pueden ser una buena forma de combatir la soledad no deseada. Un club de lectura que lleva a cabo Cruz Roja en Madrid lo demuestra.
Que la lectura tiene muchos beneficios no es algo que sorprenda. Conocemos de sobra sus bondades. Pero es que no sólo abre mundos y permite viajar sin moverse del sitio: también reconforta en cualquier situación. Sirve de ancla. Incluso puede ser el gancho perfecto para crear nuevas (y enriquecedoras) relaciones sociales. Que se lo digan, si no, a Valentina, Carmen o Mercedes.
Ellas son solo tres de las mujeres que se reúnen todos los viernes por la mañana en una de las sedes de Cruz Roja en Madrid con un doble objetivo: leer y comentar, después, sus impresiones al respecto. No solo comparten edades, todas comprendidas entre los 70 y 90 años: también las ganas de luchar contra la soledad no deseada. Es lo que, entre cosas, propone este club de lectura organizado por Cruz Roja y enmarcado bajo el proyecto ‘Enrédate’.
El funcionamiento es sencillo: todas las semanas las participantes (en su gran mayoría, mujeres) leen un fragmento de un libro y comentan sus partes y frases favoritas, las palabras que no han comprendido o las dificultades que han encontrado en el proceso de lectura. Ya han trabajado autores como Honoré de Balzac, Lev Tolstoi, Fiódor Dostoyevski, Mario Benedetti o Rosa Montero y quedan muchos más que conocer y descubrir. Quien dijo que la lectura es una actividad solitaria no conocía la labor de este entrañable club de lectura que puso en marcha Antonio Sánchez Díaz, voluntario de Cruz Roja, hace ya cuatro años.
"A la gente mayor le va fenomenal el club de lectura"
“Además de fortalecer las facultades cognitivas, a la gente mayor le va fenomenal el club de lectura, porque a través de esta se genera compañía”, cuenta este voluntario que, además ser un firme defensor de la literatura, también ha hecho sus incursiones en este mundo, y tiene en su haber un par de novelas y poemarios publicados.
Como el perfil de lectura es “muy variado”, y alterna “personas que devoran libros y otras que no han leído en años”, Antonio busca activamente que nadie se desenganche o se pierda. “Analizamos el libro en profundidad, al autor; qué recursos utiliza; hablamos sobre si nos gusta o no… Es una tertulia bastante abierta”, alega y remarca que “hay confianza”. “Todo el mundo aporta y participa, aunque haya personas que hablen menos, pero sí que cada una da su opinión. Es muy interesante porque unos interpretamos algunas cosas de una lectura; y, otros, otras. Está todo el mundo muy integrado”, asegura.
Un vínculo entre los libros y las personas
“Antonio es una persona increíblemente humana, como muy pocas. Se interesa por cómo estamos, por lo que nos gusta leer, por si podemos leer bien… Tiene todos nuestros teléfonos”, expone Valentina, de 80 años, en declaraciones a Zona CREO, y a sus palabras se suma una “encantada” Carmen, de 90: “El ambiente entre todas es estupendo y me ha ayudado a comprender mejor los libros y las poesías, que antes pasaba por alto”.
“Esto me ayuda mucho. Tengo hijos, pero vivo sola. A mí nunca me ha gustado la soledad y, cuando no la deseas, es peor. Aquí tengo una obligación de leer, que eso está bien, pero sobre todo estoy con compañeras, hablamos… y eso me aporta muchísimo”, cuenta Mercedes, de 84 años. “Es la primera vez que leo en alto. Me ha encantado. Me han gustado mucho los libros que hemos leído, y me he animado incluso a empezar a leer poesía, que es algo complicado, pero que engancha. Ahora tengo siempre un libro en casa”, expresa, por otro lado, Elisa, de 72 años.
“Más allá de la lectura, lo que más importa es la calidad del grupo que se ha formado. Han entrado personas nuevas que se han integrado muy bien, incluso algunas de edad muy avanzada. Y es un grupo delicioso, de verdad. Vienen encantadas, lo han incorporado a su rutina. No pueden vivir sin su club de lectura ni sin Antonio”, aporta Sara Sanz, técnica del área de mayores de la asamblea local de Cruz Roja en Madrid en la zona oeste.
Cada viernes abrir las páginas del libro también significa conectar con otras personas. Y es una cita a la que nadie falla. “Yo espero toda la semana a que llegue el viernes. Nunca he faltado. Es un día reservado, especial”, dice Mercedes. Por si fuera poco, la lectura, además de todo lo anterior, también tiene un componente terapéutico: “Yo vine hecha polvo. Me han motivado muchísimo, aquí me he sentido muy valorada. Eso me ha cambiado”, concluye María Dolores, otra de las participantes.
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