Visita a un caserío de Álava para aprender a hacer leche sostenible - Ahora

• El proceso de elaboración de productos lácteos es todo un oficio cargado de tradición, contacto con la naturaleza y respeto por el entorno y el producto. El programa de mayores de Cruz Roja en Álava junto al programa de personas refugiadas y solicitantes de asilo de la Organización han tenido la oportunidad de realizar una visita a un caserío donde han aprendido más sobre esta labor de la que, la gran mayoría de veces, solo vemos el resultado final.

Para muchas personas mayores salir de la rutina, estar en contacto con la naturaleza y compartir experiencias nuevas puede ser un alivio e, incluso, un momento de desconexión para reconectar con ellos y ellas mismas. En esta actividad, el programa de personas mayores de Cruz Roja en Álava han tenido la oportunidad, no solo de visitar un caserío, sino también de compartir esta jornada con personas solicitantes de asilo y refugiadas. “Nos pareció una oportunidad excelente para compartir la experiencia junto a ellos y ellas, acercarse al euskera, mezclar edades y culturas”, cuenta Nuria Alda, responsable del programa de mayores de Cruz Roja en Álava. 

El objetivo de esta actividad era proporcionar una experiencia enriquecedora y grata a todas las personas participantes. Las actividades interculturales e intergeneracionales suelen generar unos efectos muy positivos en aquellas personas que lo viven y en esta ocasión todo apuntaba a ello. “Fue un éxito asegurado. Al principio, el grupo estaba algo dividido, pero a medida que fue avanzando la actividad se fue cohesionando, creándose un ambiente muy cercano y comunicativo”, comenta la responsable. 

Durante la visita al caserío se mostraron los campos donde pastan las vacas, la alimentación natural que reciben, los espacios donde reposan, el sistema de ordeño, además del visionado de la elaboración de los productos y finalmente, la cata. Las personas que participaron de la actividad aprendieron más sobre el oficio, su tradición y la importancia de respetar el bienestar animal para una mejora en la calidad de los productos finales. 

Los deseos de repetir la visita, así como los rostros y palabras de agradecimiento de las personas que participaron fueron motivos suficientes para comprender el poder que tiene la naturaleza y más cuando es compartida. “Expresaron que lo que más les gustó fue el grupo, la belleza del entorno y estar en contacto con los animales”, concluye Nuria Alda.