El valor de la compañía de un animal cuando vives en la calle - Ahora

• José María Higueras es vecino de Córdoba, tiene 63 años y lleva treinta en situación de calle. Para él, el frío es su peor enemigo y su mascota su norte. Más de 33.000 personas en España sufren sinhogarismo, y aunque resulte estremecedor, cualquier persona puede acabar viviendo en la calle.  
   

La pérdida de empleo, la falta de apoyo, los problemas de salud o las dificultades para acceder a una vivienda son solo algunos de los factores que pueden conducir a esta situación. A José María le cuesta echar la vista atrás y recordar qué fue exactamente lo que lo llevó a verse en situación de calle. “No sé cómo empezar; he pasado por muchos momentos, pero de golpe me he visto en la calle. No sabes cómo te viene la vida y a mí la desgracia me ha venido antes de tiempo”, explica. 

Durante años se buscó la vida como feriante, hasta que la pandemia frenó de golpe su actividad. Desde entonces, duerme en su coche “para no molestar a ningún vecino”, aunque por suerte cuenta con personas que lo ayudan cuando lo necesita. “Si necesito algo caliente, lo tengo; si necesito un bocadillo, lo tengo. Además, tengo que decir que Cruz Roja me echa una mano muy buena”. La Organización, a través de su Programa de Atención a Personas Sin Hogar, se encarga de acompañar a personas que como José María viven en situación de calle, ofreciéndoles abrigo, alimentación, higiene y cobertura de necesidades básicas los 365 días del año. Pero más allá de lo material, la escucha y la conversación son fundamentales para devolver dignidad y humanidad a estas personas en una sociedad que muchas veces prefiere no mirar. 

Un vínculo frente a la soledad  

Según la investigación presentada por Cruz Roja en 2022, 'La discriminación y la vulnerabilidad social de las personas en exclusión residencial atendidas por Cruz Roja', el 11,5% de las personas sin hogar entrevistadas convive con una mascota. Entre las personas sin hogar que conviven con mascotas, el 23,2% afirman no sentirse solas, mientras que el porcentaje se reduce al 16,5% cuando no existe esta relación. 

Para quienes viven en la calle, una mascota es mucho más que un animal: es compañía, responsabilidad, afecto, rutina y seguridad. Es un vínculo que les protege frente a la soledad y la exclusión. Desde hace unos meses a José María se le ha retirado su mascota y, aunque junto al voluntariado de Cruz Roja en Córdoba está en proceso de recuperarlo, se emociona al pensar en él: “Era como un hijo. Si hablo del perro, me pongo triste. Me siento solo sin él. La última noche que dormí con él… y esta foto es lo único que me queda de él. No se pueden imaginar lo que significa para nosotros”. La presencia de un animal para una persona sin hogar es fundamental, y su pérdida puede tener un impacto enorme en su bienestar emocional. Garantizar que esa relación pueda mantenerse es también una forma de proteger la salud emocional, la seguridad y la dignidad de quien lo necesita. 

La presencia de un animal para una persona sin hogar es fundamental, y su pérdida puede tener un impacto enorme en su bienestar emocional

La historia de José María refleja cómo el sinhogarismo, cuando se cronifica, puede convertirse en una ola difícil de sortear. A pesar de las dificultades, valora el apoyo que recibe cada día y es consciente de que existen muchas personas pasando por su misma situación. “Somos muchas las personas que vivimos en la calle, y no solo aquí en Córdoba, sino en todo el mundo. Algunos lo necesitan, otros se ven envueltos, otros lo cogen por vicio… Pero están en la calle y a mí me duele, de corazón. Yo, como persona que tiene ya 63 años, agradezco tener a personas cerca, algo que no siempre ocurre. Cuando estoy triste, son ellos los que me levantan y me ofrecen un café”, concluye.