Hilo, aguja y buena compañía - Ahora
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- A veces sólo hace falta un rato de charla. Sentirse escuchado. Pertenecer a un grupo. Con la edad, por desgracia, la distancia entre la soledad y las personas se acorta y el vacío es más frecuente. Sin embargo, con elementos tan sencillos como algo de lana y una aguja es posible reducir ese sentimiento que tanto afecta a las personas mayores.
Dolores tiene 87 años y desde 2017 es usuaria de Cruz Roja en Palma. Empezó en diferentes actividades porque se sentía sola y lleva 3 años formando parte de ‘Tejido Solidario’, una iniciativa en la que mujeres que sufren soledad no deseada se reúnen cada semana para coser, pero, sobre todo, para compartir y conversar en comunidad. “Me gusta mucho formar parte de este grupo, somos todas de edades similares, compartimos experiencias y nos desahogamos juntas”, expresa Dolores.
Para este grupo de mujeres el hilo y la aguja se han convertido en ese aliciente tan importante para animarse a salir de casa, arreglarse y sentirse parte de algo. “Estos talleres nos ayudan mucho, nos sentimos útiles para la sociedad”, añade la usuaria.
Juana García tiene 70 años, es voluntaria de Cruz Roja en Palma y la encargada de este taller, entre otros. Para ella dirigir esta actividad es un regalo. “Ver la implicación que tienen, lo guapas que se ponen para venir y la alegría en sus caras es lo más bonito. A mis 70 años tengo miedo a envejecer, pero, sobre todo, a ser dependiente. Gracias a este taller les preparamos salidas, nos reímos, cantamos, celebramos cumpleaños. Se ha creado una energía muy bonita”, cuenta agradecida Juana.
Jerséis, gorros, bufandas o corazones rojos de lana son algunas de las piezas que van creando cada semana durante las tardes que pasan juntas. Además, muchas de ellas, después de la hora y media que dura el taller, continúan en casa, se sienten activas y llegan motivadas a la próxima semana al ver sus avances personales y colectivos. “Preparan prendas bonitas y sencillas para que este taller se convierta en un espacio en el que compartir, charlar y nutrirse de las vivencias de unas y otras”, remarca la responsable.
Tejer lazos personales, más allá de las propias prendas que elaboran semana tras semana, es el objetivo de este taller que se despide hasta septiembre. Una vez más, el testimonio de Dolores demuestra que la palabra compartida es un abrazo que reconforta y acompaña.
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