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Los mega incendios: incendios forestales cada vez más devastadores

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LOS MEGA INCENDIOS: INCENDIOS FORESTALES CADA VEZ MÁS DEVASTADORES

Los mega incendios: incendios forestales cada vez más devastadores
Desde hace algunos años, lo que arde no son solo los bosques: también lo hacen récords climáticos, ecosistemas enteros y la capacidad humana para controlar el fuego. Los llamados incendios de sexta generación o mega incendios marcan una nueva era en la lucha contra el fuego favorecida por las consecuencias del cambio climático.

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En España se han quemado 69.646 hectáreas desde el principio de año hasta el 12 de agosto, una cifra que ya supera las 47.711 reportadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en su balance del año pasado. Según las últimas estimaciones del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), la superficie quemada en nuestro país alcanza las 344.000 hectáreas en lo que va de 2025.

De los 29 grandes incendios que se han declarado, 22 se han registrado durante los meses de julio y agosto. En los últimos días, Galicia, Castilla y León y Extremadura concentran los fuegos más preocupantes.

Si se revisan los datos de la última década, se constata que en España se producen cada vez menos incendios y la superficie quemada también se ha reducido. Sin embargo, crece la proporción de incendios en los que arden más de 500 hectáreas. En España, los incendios se clasifican en función de cuántas hectáreas han quemado: 

  • Conato: incendios pequeños que afecta a menos de una hectárea. Son fáciles de apagar, bien por ser pequeños o por la eficiencia de los equipos.  
  • Incendio: afectan a una superficie entre una y 500 hectáreas. 
  • Gran incendio forestal: si el fuego afecta a 500 hectáreas o más (250ha en Canarias)

Además de esta clasificación oficial, desde hace unos años venimos escuchando otro término que al parecer nació con los incendios de Portugal y Chile de 2017. Son los incendios de sexta generación o mega incendios. “Aunque un fuego es un fenómeno muy complejo y en el que influyen muchos factores, los mega incendios son aquellos que, por su intensidad, quedan fuera de control de la capacidad actual de los sistemas de extinción” explicaba Cristina Montiel, catedrática de Análisis Geográfico y experta en gestión Forestal en la Complutense de Madrid –que fue protagonista del podcast de AHORA ‘Cómo evitar un incendios forestal– durante una sesión informativa impulsada por Science media center España el pasado 10 de julio.  

Según esta experta, las seis generaciones de incendios son: 

  • Primera generación: caracterizados por grandes cantidades de material combustible continuo. 
  • Segunda generación: incendios con más velocidad de propagación debido a la acumulación de combustible a lo largo de los años. 
  • Tercera generación: incendios con más intensidad en su frente. 
  • Cuarta generación: empiezan a afectar a zonas urbanas y forestales cercanas 
  • Quinta generación: incendios con varios frentes simultáneos muy potentes. 
  • Sexta generación: fuegos más veloces y "tormentas de fuego" a través de columnas de pirocúmulos (nubes originadas a partir del calor extremo, capaces de desencadenar fuertes tormentas y propagar aún más las llamas).  

"El concepto de generaciones no significa que haya una sucesión, y que cuando estamos en la sexta ya no tenemos de la tercera generación”, insistió Montiel. Al contrario, las generaciones de incendios “conviven y coexisten”, dijo la investigadora. Mariona Borràs, ingeniera de montes, presente también en la sesión informativa, explicó que no existe una definición estandarizada sobre lo que es un mega incendio, pero que a la hora de abordarlo no se tiene en cuenta la superficie quemada sino otros “parámetros como velocidad, intensidad o altura de llamas”. "Un gran incendio forestal es aquel que está fuera de capacidad de extinción, por muchos recursos que se pongan. Solo se consigue abordar cuando ocurre un cambio de combustible o mejoran las condiciones meteorológicas”, aseguró.   

España ha sido testigo de varios incendios de sexta generación en los últimos años. El incendio de Sierra Bermeja (Málaga) en 2021 quemó más de 10.000 hectáreas y mostró un comportamiento errático con pirocúmulos y rebrotes violentos. El de Ateca en Zaragoza que arrasó 14.000 hectáreas el año siguiente y cuya propagación sorprendió a los servicios de emergencia, además de los incendios de la sierra de la Culebra, en Zamora, ese mismo año, donde perdieron la vida cuatro personas y que está considerado como uno de los peores incendios de la última década. 

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Por qué se producen cada vez más mega incendios  

El aumento de los incendios extremos se debe a un cóctel que combina las consecuencias de la crisis climática con el abandono de las zonas rurales y una mala gestión forestal.  

La crisis climática es un factor importante en la aparición de los diferentes tipos de incendios, explicó Montiel. El mes pasado fue el junio más cálido registrado en Europa occidental, según datos del sistema Copernicus, con una temperatura media 2,81 ºC por encima de la del periodo 1991-2020. El calor seguía siendo extremo el 1 de julio, cuando se originó el incendio de la provincia de Lleida que acabó con la vida de dos personas y cuyo comportamiento fue extremo.  Según Cristina Montiel, el cambio climático “es el principal vector que está influyendo, no determinando, sino condicionando el comportamiento diferente de estos megaincendios”. 

La acumulación de biomasa es otro de los factores que influyen en la propagación de este tipo de incendios. “El combustible cuando estamos hablando de incendios forestales es la vegetación, pero desde hace más de 50 años esa vegetación y ese paisaje han ido cambiando y ahora no lo solo tenemos vegetación forestal, no solo tenemos árboles, también tenemos paisaje de abandono de tierras que antes estaban cultivadas y hace mucho tiempo que no lo están; paisaje de tierras que antes se pastaban y hace mucho tiempo que no se pastan; y luego tenemos el paisaje de las urbanizaciones, los famosos incendios de interfaz urbano forestal. Es decir que el combustible, lamentablemente, desde hace décadas es todo, no solamente la vegetación forestal”, explicaba la catedrática en el podcast ‘Cómo evitar un incendios forestal’ en AHORA.

Además de las consecuencias ya señaladas, el abandono de residuos como plásticos, latas y otros materiales no biodegradables en entornos naturales incrementa significativamente el combustible disponible para los incendios, favoreciendo su propagación y virulencia. Estos elementos, al calentarse o fundirse, pueden generar focos secundarios o intensificar el fuego. 

A ello se suma el enorme esfuerzo humano que conllevan estos siniestros: los bomberos son esenciales durante el combate directo del incendio y deben permanecer en la zona durante semanas posteriores para evitar rebrotes y asegurar que el fuego no se reactive, especialmente en los llamados incendios de sexta generación, que pueden presentar comportamientos erráticos y reactivaciones inesperadas. 

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Qué podemos hacer para prevenir estos mega incendios  

Los incendios extremos son el síntoma de una crisis ecológica, climática y territorial que nos aboca a un desafío colectivo en el que entran en juego el uso del territorio, la planificación rural y la emergencia climática. Sin medidas estructurales, estos incendios serán cada vez más frecuentes, intensos e incontrolables. 

El 80% de la población en España ya es urbana, pero el suelo forestal supera ya el 60% de la superficie del país. La experta en gestión forestal Cristina Montiel invitaba en el podcast a reconectar con el entorno rural:  “Si pensamos en la población que vive en las ciudades, la mayor parte de las veces se ha desconectado de los ecosistemas, se ha desconectado del entorno y el problema es que ha perdido tanto cultura como conciencia. Estamos en un marco de incertidumbre que nos obliga a actuar de forma diferente. Entender y aceptar la nueva realidad es otro reto, en este caso, para la población del ámbito rural”.

Una gestión del territorio donde se impulsen políticas de desarrollo rural para evitar el abandono del campo, se fomente la ganadería extensiva y la agricultura tradicional y se recupere los usos tradicionales del monte que reducen el combustible ayudaría a prevenir los incendios.  La creación de paisajes resistentes al fuego donde se intercalen cultivos, zonas despejadas y masas forestales; la eliminación de monocultivos de alto riesgo y la plantación de especies autóctonas más resilientes y con menor capacidad de arder es otro de los puntos que podrían combatir estos grandes incendios. La coordinación comunitaria en emergencias (formación de brigadas vecinales, mejora de planes de evacuación en núcleos rurales, colaboración entre administraciones locales y servicios de emergencias) es también clave, así como la educación y la sensibilización ciudadana.  

Cruz Roja cuenta con Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE), compuestos por personal voluntario entrenado para dar la mejor atención a personas damnificadas durante las emergencias, muchas de ellas incendios, y está preparada para desplegar equipos con los que dar atención en el ámbito de la Intervención Psicosocial, Logística y Albergue provisional, Asistencia Sanitaria y Búsqueda y Salvamento, siempre en coordinación y como auxiliar de los poderes públicos.  

Además, el personal voluntario de Cruz Roja informa cada verano en los denominados puntos calientes a los senderistas de las posibles señales e indicios de incendios que deben tener en consideración. Son lugares donde, por afluencia turística y las condiciones del paraje, el riesgo de incendio es alto y se vuelve imprescindible informar sobre las negligencias más habituales de la acción humana en este entorno y que pueden producir cualquier conato.   

Junto a esta labor de sensibilización, Cruz Roja también promueve las buenas prácticas medioambientales para los y las más jóvenes e incluso cuenta con un juego de mesa de prevención de incendios que se utiliza en escuelas de verano, campamentos urbanos y colegios durante todo el año.  

Los incendios de sexta generación son el síntoma de un modelo territorial y climático que ha llegado al límite. Se trata de construir un modelo más resiliente desde lo local, en el que la naturaleza vuelva a tener un papel fundamental, con una población rural activa y unos ecosistemas sanos. Cuidar nuestro entorno es un desafío común.  

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